martes, 3 de febrero de 2015

¿El Amor de mi vida? Aquí me despido de todo.


Se preguntarán, después de leer lo anterior,  ¿por qué escribo esto si lo amaba tanto? Simple. Este pedacito de mi alma, que he mantenido oculto,  hoy merecía salir a la luz y lo hago porque por más que lo odie, LO AMO y quiero que todos sepan de este amor. Porque aunque me duela admitirlo, lo he amado durante casi 4 años y medio sin contar el tiempo que quizás los sentimientos estuvieron ahí, pero jamás los noté.
Hoy dejo aquí todo, en la cancha, como lo que no hacen los de la selección peruana, pero yo me llene de valor y sobre todo de fuerza de voluntad para regalar mi historia y para dejarla plasmada aquí, para siempre.
Aún recuerdo el color de sus ojos cuando regrese y lo vi luego de varios meses, de una relación falsa que conseguí para querer apartarlo de mi mente; estaban totalmente vacíos, fríos, no había una gota de dulzura en su mirada, se había ido, y sabía que para siempre. Estaba lleno de odio y rencor hacia mí, no pisaba lugar al que yo fuera. No quería verme. Me pareció patético, y fingía tan bien que no me importaba, pero cada que sabía que no iba a llegar o las veces que al mirarme unos segundos solo veía la rabia más genuina que quería correr tanto que solo quería desplomarme.

Ese niño, que un día me dijo que me amaba en la sala de un cine antes de ver Harry Potter #graciasJKRowling, que me esperaba con rosas y la sonrisa más hermosa y auténtica que jamás haya visto y que jamás se dio por vencido frente a lo que se le pusiera, ya no estaba. Quedaban pedazos de él, al igual que de mí. Ninguno volvió a ser esos niños locamente enamorados que no estudiaban por ver películas y hornear brownies. Los dos habían tomado destinos diferentes y habían dejado copias baratas de humanos hechos de nada, más que de odio el uno por el otro.

Se me caen las lágrimas, al recordar todas las veces que jamás volteó a verme, las veces que fui yo la que se armó de valor y volvió a ser quien era y fui por él donde sea que estuviera, llena de vida y dispuesta a decirle que a pesar de todo, jamás había dejado de amarlo. Aún recuerdo sus ojos llenos de ganas de herirme, llenos de ira, y ojos de alguien que jamás había conocido.
Y aunque no lo crean, solo dos veces fue por mí, se armó de valor y admitió que me amaba, solo que no estaba lista para estar de acuerdo en algo con él otra vez. Negué cualquier sentimiento hacia él, se llenó de miedo y se fue. No estaba lista para tomar su mano y pedirle una sola palabra, “Quédate”.

Nunca voy a entender a los hombres, ellos pueden equivocarse millones de veces, sin embargo, basto un día, en el que dije ¡Basta, se acabó! Para matar a alguien por dentro para verlo renacer en alguien que no tenía escrúpulos, que ya nadie le importa e imposibilitado de articular las palabras “te amo”. Los dos sabíamos que el día que dijera se acabo iba a ser par siempre, pero jamás nos pusimos a pensar cuando llegaría ese día, ni quien se atrevería a decirlo. Y cuando llego…

Hoy, dos años después de esa noche que sentí que el mundo se me venía abajo, que sentí que no tenía más lagrimas para llorarlo, puedo decirles, que aún lo amo. Lo sé porque a pesar de la distancia, el tiempo, el dolor y la rabia, él sigue siendo el único hombre que al verlo siento como mi interior se llena de frio y se estremece al verlo. No siento esas mariposas, pero siento que me retuercen el estómago. Lo he dicho mil de veces, PERO AUN LO AMO. Pero sé que es hora de despedirme de él y de esta historia tan encantadora y hechizante que viví a su lado.

No todos tenemos la dicha de conocer el amor, no todos tenemos la dicha de a los 17 años caer perdidamente enamorados de tu compañero de carpeta de al lado. Pero yo la tuve. Tengo 21 años y aún recuerdo a mi novio, ese lleno de vida que aunque no lo crean hacia las cosquillas más dolorosas del mundo. Excelente chef. Ser humano increíble. Y el gran amor de mi vida.

Sé que quizás me casaré más adelante y el también, que formaremos familias, pero como dice  #TitanicModeOn, el corazón de una mujer es un gran mar de secretos. Y si bien es cierto, jamás renunciare a la esperanza tonta que un día lo vea con un ramo de rosas, esa sonrisa que me enamoro y esas palabras tan dulces que solía decirme cada que me miraba. Pero sé que quizás el jamás regrese. Ya espere un par de años y el no volvió. No volvió por mí.

Pero a pesar de todo, él se merece esto. Merece que lo conozcan como lo conocí, merece que comparta mi dolor y mi alegría, mi amor y mis miedos. Mi pequeño Bastard, así solía llamarlo en el colegio, donde quiera que este se llevó eso que desde niñas anhelamos #Disneymaldito, conocer al amor de nuestra vida. Siempre espere que a lo Cenicienta terminara en felices por siempre, no en ódiense por siempre. Pero esos dos años jamás los cambiaría por nada en este mundo. Porque nada compra un corazón dulce, lleno de amor y de esperanzas que solo el camino sabrá si se apagan o brillan más y más.

A veces te dicen que te olvides de esa persona, pero hay personas que se quedan marcadas en la piel, como tatuajes. A veces se olvidan y otras veces, aprendes a vivir con su presencia, pero sin detener tu vida.
Te lo mereces, fuiste mi amigo, mi amor, mi confidente y siempre serás el amor de mi vida. Perdón si te hice creer que no te amé, porque no lo hice. Te amo.

El amor no es para sufrir, el amor es para gozarlo. Enamórense, no tengan miedo, nadie sabe si será para siempre o un par de años como me tocó a mí. Pero con 21 años puedo decir que ya tache de mi lista amar y ser amada por alguien con locura, ponerme mil mascaras para fingir algo que se ve a kilómetros y cumplir ese sueño de niña de vivir un amor como este.
Esto es para él, donde quiera que este y, así, me despido de nuestra historia.
Tacón Roto.

¿El amor de mi vida?, ¿Con 21 años? La respuesta es SÍ.


Les juro que es la última historia de amor (fallido) que les cuento, solo que esta vez no es un amor pasajero, esta es la historia del chico que me robo el corazón. Mi mejor amigo, mi confidente, mi partner cada que me botaban del salón y al chico al que aun amo. La historia del amor de mi vida jajajaja bueno hasta mis 21. 

Lo conocí a los 11 años en la fiesta de un amigo, para nada me llamo la atención para ser sincera, PARA NADA. 
Es más me gustaba su amigo jajaja, bueno paso un año y había esto entre su colegio y el mío, siempre los chicos iban a nuestro cole y nosotras al de ellos, y bueno vienen esas tonterías de chibolos de los chismes de: ay, a él le gustas tú, y te mandaban cartitas #oldmemories. Buenas épocas. 

Cuando cumplí 12 años me volví su enamorada, #firstboyfriend y lo mas random es que apenas me volví su enamorada, me dio mi primer beso, siiiiiiii ese beso que todas anhelamos, me lo robaron al costado del piano del auditorio. Tenía solo 12 años, luego estuvimos 6 meses y aún recuerdo escaparme de la academia de Matemática a la cual fui todos los veranos para verlo.

Ahora después de 6 meses, van a pensar que estoy loca para que sea el chico de mi vida, y en cierta forma si, sin embargo terminamos como cualquier relación de niños.

La historia empezaría realmente 5 años después, en mi viaje de prom, ese viaje al que fui con el corazón roto, porque antes de este viaje, había alguien más, mi primer amor, pero esa es otra historia. 

Llegamos a Cusco, al hotel más horrendo del mundo, pero por mucho fue el mejor viaje de mi vida. Estábamos mis amigas y el, porque si, él era mi mejor amigo, mi hermano, y el amigo de todas nosotras, y aquí empezó todo no sé si de nuevo o si realmente empezó aquí. 
Fuimos a Kaos, me imagino que varios han ido a este lugar icónico de Cusco, lleno de chicos con ganas de tomarse hasta la última gota de lo que encontraran y dispuestos a hacer el ridículo lejos de sus casas y sobre todo de sus papas. 
Recuerdo que un tal Kevin me saco a bailar, y bueno baile con él, pero lo que no me esperaba era lo que mi querido amigo hizo, me miro, se molestó y se fue al baño, #randommoment. En fin, no le tome importancia, hasta que lo vi bailando con una gringa, les mentiría si les dijera que “normal”, sentí una explosión de celos espantosa y trate de disimular. Al final, me hice la loca. Luego, vendría el hecho de perdernos de los demás, mi prom se fue a otra discoteca y nosotras y él nos perdimos y aquí me di cuenta de que algo había cambiado. Me gritó: "la próxima vez que bailes con alguien que sea alguien simpático", solo voltee y le dije: "A TI QUE TE IMPORTA". Y nos peleamos, si, de la pura nada. 

Al día siguiente, nos regresábamos a Lima, y no nos hablábamos. Pero pasaría algo en el avión que cambio todo, me tocaba sentarme al costado de la mama de una amiga y él se acercó y le pidió que le cambiara de asiento y obvio me hice la loca pero ya era obvio que algo pasaba entre nosotros, pero no de amigos. Yo sentía cosas distintas por él, pero no iba a admitirlo, JAMAS. Antes que me parta un rayo. 

Todo el camino fue un chiste, nos amistamos y camino a nuestras casas nos la pasamos lamiéndonos la cara y siendo el chiste de los demás #besttripever 

Llegaría la realidad el Lunes, 7: 45 am, al cole de nuevo. Pero algo había cambiado, nuestras miradas, la manera de hablarnos, y sí, me gustaba mi mejor amigo, pero no iba a admitirlo. 
Pasaron los días, y todas las tardes nos llamábamos #cerotareas, nos pasábamos todo el día conversando. Hasta que se le ocurrió para molestar a mi ex, que pusiéramos en Facebook que teníamos una relación, toda la ciudad se escandalizo. Punto 1, nosotros éramos amigos, pero amigos de esos que son hermanos, nadie se lo esperaba. Punto 2, fingir en el salón que éramos enamorados, cosa muy difícil, PORQUE ME GUSTABA DEMASIADO, y fingir dos cosas al mismo tiempo era como "trágame tierra y escúpeme en Pakistán".

El había elaborado todo un plan maestro de agarrarnos de la mano, o abrazarnos frente a los demás, pero solos nos empujábamos de juego y nos decíamos: “sal de acá oe” jajaja, hasta que un día no había nadie y me agarró la mano y recuerdo haberle dicho que no había nadie mirando, que no necesitaba agarrarme la mano y solo me dijo: “Ya lo sé”. Puse una cara de felicidad inmensa y ese mismo día, en la tarde,  me dijo que yo le gustaba y lo mismo le dije a él.
Luego vendrían, 2 años de relación. Años preciosos, con altas y bajas. Quizás no fue la relación más perfecta del mundo, a pesar de las peleas, a pesar de los problemas, porque fueron LOS PROBLEMAS Y LAS PELEAS, pero los días que nos llevábamos bien, sonará cursi, pero parecía magia, yo lo adoraba tanto, y lo amaba como no he vuelto a amar a nadie. Es más aun lo amo, y me cuesta reconocerlo, pero a veces cuando pienso en él recuerdo todo. Las veces que me fue a recoger a la Universidad y verlo parado con su ramo de rosas rojas, de todas las memorias que tengo en mi cabeza esa es la más preciosa. Verlo, ir corriendo, abrazarlo y llenarlo de besos.

Las veces que juntábamos plata los dos para ir al cine #nadapobres o las veces que me enseñaba Contabilidad, era el único que no me gritaba. Las veces que comíamos pizza o KFC como si fuera el fin del mundo y no fuéramos a engordar.

Las veces que al saber lo que sentía por mí, me aterrara ir al colegio y verlo, esperándome para saludarme por las mañanas con un beso encantador en las mejillas y la frente, para despedirme de él por las tardes. Para escaparme a verlo en las noches. Las veces que al mirarlo sintiera que el corazón me martillaba tan fuerte que sentía los latidos en la garganta. Esos silencios que hacían más ruido que una trompeta cuando me miraba. Las veces que mis risas invadieron el lugar por sus bailes tan… digamoslo asi, peculiares (baila horrible). Y sus besos que me sabían a que nada era más dulce que el #CursiDetected.
Y así tengo millones de recuerdos de él y podría contarles millones de anécdotas de nosotros, excepto uno que cambió todo. El día que terminé con todo.

Ese día, aun lo recuerdo como si fuera ayer, duele como si aún todo estuviera fresco. Fue un 30 de Octubre, por la noche. La fecha que arrasaría con él y lo que yo solía conocer.

El día que el odio recorrería mis venas sin permitirme pensar con claridad sobre mis actos posteriores. Aquellos mensajes de él por épocas de Primavera, que odie recibir porque me causaban esos nudos en el estómago, cuando era incapaz de tolerarlos. Esas noches que le llore hasta quedarme dormida sobre mis lágrimas. Que desee más que nada que un tren lo arrollara para dejar de sentir la falta que me hacía. Épocas duras y difíciles de sobrellevar. Donde el amor pasaría a convertirse en el odio más puro que no conocía que podía sentir.

Continuará... en el prox post, al costadito.